La destacada profesional, además, es muy estimada profesora de las universidades de Lima y Católica, por años aportando conocimiento y formando las nuevas pléyades de jóvenes tributaristas, con tesón, contagiosa de futuro y el liderazgo que sabe impregnarles.
Tuve la suerte de conocer a la doctora Cogorno allá por los años 70, en la antigua Dirección General de Contribuciones, cuando dábamos nuestros primeros pasos en este mundo tan especial de los tributos, especialidad profesional por la que pocos se inclinan dadas sus complejidades, cambios permanentes, incoherencias legislativas, locuras administrativas, y algunas otras perlas, pero también, y sobre todo, apasionante para quienes saben encontrarle la vena y dedicar toda su vida a ella. Tal es el caso que comentamos.
Presidenta de sala en Tributos Internos y en la Sala de Aduanas hasta en tres oportunidades.
Ahora se retira, y espero que la pensión del MEF sepa reconocerle la entrega de toda una vida profesional al Estado peruano.
Con seguridad, su permanencia en la institución ha sido guiada por ese “placer de servir”, del que hablaba Gabriela Mistral. No obstante ello, un mejor trato del sistema es lo mínimo que podría merecer.
Como profesional del derecho dedicado al área de la fiscalidad, deseo transmitir mi reconocimiento a la valiosa trayectoria de vida de Ana María Cogorno.
Sentimiento compartido por sus colegas del Instituto Peruano de Derecho Tributario, que entiendo desarrollarán una sesión académica especial en honor de tan distinguida dama. Mis mejores deseos en sus nuevos emprendimientos.